Friedrich Nietzsche ¿En qué acertó y en qué no? (Por Fernán Tamayo)

Si analizamos este escrito desde una actitud fanática y fundamentalista, es mejor abandonarlo de inmediato, pues no es posible negar que en algunas cosas este escritor alemán acertó sin lugar a duda. Lo primero a tener en cuenta entre sus consideraciones, es que la religión como fenómeno antropológico es producto de las inseguridades humanas reforzadas por la tradición institucionalista de sus líderes con afán de dominio de la consciencia de las masas para su sometimiento. Sin duda alguna, la religión ha sido siempre y sigue siendo una herramienta de dominación masiva que aún sigue determinando la vida de millones de personas en el mundo, gracias a su carencia de conocimiento verdadero de las reales condiciones de la existencia; es curioso que sea en las sociedades más educadas y con mayor nivel de conocimiento e ilustración de sus ciudadanos que la religión empieza a perder adeptos. Pero lo más curioso, es que esos adeptos no se vuelven ateos, agnósticos ni filósofos, sino que se convierten a otras creencias espirituales más informales que les permiten sentirse más libres y en real contacto con la divinidad. Eso no lo vivió Nietzsche, porque ese fenómeno es propio de nuestra época. Por otro lado, es claro que su reflexión parte de un análisis psicosocial y cultural, más no de un análisis realmente científico que le permita negar con argumentos realmente sólidos la existencia de una inteligencia organizadora del Cosmos, lo que da lugar a la consideración del Agnosticismo en lo que tiene que ver con ese Gran Diseñador o Gran Arquitecto del Universo y con el carácter espiritual del ser humano. A ello se suma por supuesto, la consideración de la Teoría del Diseño Inteligente. Así pues, desde esta perspectiva es claro que acertó Nietzsche en su análisis sociológico del fenómeno religioso y sus consecuencias político-económicas y socioculturales a lo largo de la historia, pero bien claro es para el lector bien informado que su ateísmo no tuvo sólidas bases y no pasó de ser una posición subjetiva y más bien literaria que serviría más que para criticar a la tradición para promover racismo y xenofobia en el mundo.

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