"Leer, escuchar o ver", qué puede ser mejor...


A la hora del descanso y el entretenimiento que es lo que más ocupa el tiempo de las mayorías en estos postreros tiempos, no cabe duda de que cada quien toma lo suyo, aquello de su preferencia, unos optan por la televisión o plataformas de películas y series, otros por las plataformas de música y podcast y otros por la lectura, estos últimos sin embargo, parece que ya están en vía de extinción.

Unos dicen que la televisión embrutece, y es cierto, puesto que como se puede notar la mayoría de sus contenidos son como planeados para entontecer progresivamente a las masas, otros dicen que la música que escuchamos con las identidades que promueve termina por afectar la personalidad y otros, los más pretenciosos simuladores de cultura y status, dicen que la lectura es lo máximo ya que genera mayores conexiones neuronales que los otros hábitos de entretenimiento.

Lo cierto sin embargo, es que toda experiencia humana de aprendizaje y enfrentarse a algo nuevo, sea contenido de cualquier tipo o lectura, genera conexiones neuronales, lo importante del asunto es qué tipo de lectura y contenido consumes.

La verdad, es que una historia puede ser escrita, llevada al cine, la televisión o plataformas de vídeo, es cierto por supuesto que la calidad de la expresión del narrador que lo pone por escrito constituye el deleite del lector experto, pero puede ser agotador para todos aquellos con pobre léxico y pobre hábito lector.

Es claro que las buenas lecturas siempre exigirán del lector cierta formación y cierto nivel intelectual que no todos poseen, pero también es cierto que toda historia puede ser contada con calidad a través de una buena película, una serie o una obra de teatro; por otro lado, un ensayo o un artículo de opinión o hasta un artículo científico, puede ser cabalmente divulgado en audio o vídeo, en podcast, o a través de una buena entrevista con un entrevistador inteligente, pues son muchos los entrevistadores que no saben hacer una buena entrevista.

La lectura sin embargo, siempre será más exigente que el resto, pero solo las buenas lecturas, pues aquellas lecturas pobres que no exigen el más mínimo nivel intelectual del lector ni la más mínima formación e idoneidad, no contribuyen mucho al cabal ejercicio de un cerebro ávido de crecer...




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