“Fanatismo Político y Opio del Pueblo” (Por Fernán Tamayo)
El ser humano es un ser complejo, que ante la absoluta e irremediable ignorancia a la que se encuentra sometido, lo que más suele hacer es buscar un refugio, una razón, un sentido a su existencia.
Cabe anotar por supuesto, que mientras más ignore un ser humano, más dado es al temor y a la angustia que le provoca el sinsentido de la existencia.
Personalmente y de manera “subjetiva”, considero que quien mejor supo explicar dicha condición de la humanidad fue Jean Paul Sartre, sin embargo, debo aclarar también desde el subjetivismo de mi perspectiva que su ateísmo no fue expuesto de una manera tan inteligente, puesto que el ateísmo es fruto de un “fanatismo extremista”, lo más prudente desde una perspectiva “realmente científica” es el agnosticismo, no el ateísmo, pero profundizar tal cuestión será tema de otro texto.
Por ahora lo que nos interesa, es aquello en lo que sí tuvo razón Sartre, en que ante la incertidumbre es el mismo ser humano quien está obligado a encontrar su propio “sentido existencial”, como también lo planteará Albert Camus.
Sabiendo bien de esta “condición antropológica” bien explicitada por estos dos pensadores del siglo XX, es más fácil comprender el actual fanatismo que como en todas las épocas ha estado presente en la humanidad.
Y es que ante las crecientes libertades individuales en occidente, ya no es el fanatismo religioso el que causa más problema, pues la libertad de cultos y el pensamiento liberal en nuestras sociedades ha dado su lugar debido a cada creencia, aunque no haya sido de la mejor manera. No pasa lo mismo con la política sin embargo, que parece ser una “religión” inagotable en la que los creyentes creen saber cuál es la mejor alternativa definitiva para la existencia en el Estado. Escucha pues uno, por todas partes cómo hombres y mujeres, desde los jóvenes hasta los más viejos, discuten acaloradamente y con evidente y efervescente fanatismo sobre política, atacando o defendiendo a sus odiados o queridos partidos políticos o personalidades políticas particulares.
Lo que mayoritariamente se escucha sin duda en sus puntos de vista es el claro producto de los medios de comunicación que no forman sano criterio en sus espectadores, sino que se dan a la “manipulación mediática” deshonesta de la opinión pública para defender o atacar a sus preferidos o a sus odiados en el “terreno político” nacional e internacional.
La cosa está “tan caliente” que las redes sociales como herramienta de expresión de las mayorías, se han convertido en un “campo de batalla”, que cuando uno observa con atención termina con “estrés” o con “tristeza”, de ver la gran polarización de nuestro pueblo que siempre es el más afectado, mientras que los ricos y grandes empresarios impulsan a sus aliados políticos para que sigan “configurando” una sociedad a su acomodo y para que sigan disponiendo no de la mejor manera del presupuesto nacional y del gasto público.
¿Qué nos pasa Colombia? ¿Qué nos pasa Latinoamérica?
Despertemos ya…
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