La Guerra (por Fernán Tamayo)
La guerra es sin duda una de las actividades más antiguas e impactantes de la humanidad en este planeta, sus múltiples causas sin duda, aunque sean tan variadas responden siempre a la defensa de los intereses de los actores del conflicto, tal elemento es en realidad la causa más general de la violencia y la guerra en la humanidad. Pero ¿a todo conflicto o pugna humana desde el inicio de la humanidad podemos llamarle guerra? ¿será que podemos llamar guerra a la última pelea de unos compañeritos de la escuela o del barrio?
Así pues, cuando hablamos de guerra hablamos en primer lugar de un considerablemente grande grupo de personas organizadas por supuesto socialmente bajo una concepción se sociedad formal, fundamentalmente la más formal de las sociedades es el Estado. Recordemos que el estado es la constitución o establecimiento normativo de consideraciones producto de un pacto social, una convención intersubjetiva llevada a cabo por los miembros de la sociedad, tal convención que hoy llamamos Estado, se plasma y formaliza en el documento que llamamos “Constitución” política, que determina el tipo de administración político-administrativa de una sociedad que puede ser democrático laico o monárquico teocrático; tal definición marcará todo el rumbo y características de sus sistema jurídico.
De esta manera pues, cuando los intereses de un estado se ven amenazados por cualquier actor social o incluso por otro estado, la reacción supone la operación cierta de sus directivos, primero bajo términos diplomáticos, si esto no funciona, la operación se lleva a cabo entonces por medio de las fuerzas armadas del estado establecidas constitucionalmente. A esto es a lo que llamamos guerra, pero si los actores de la guerra no son estados, pueden ser grandes pueblos, etnias o grupos religiosos.
En esto de la guerra y su historia tenemos muchos ejemplos, fundamentalmente es válido considerar luego de atento análisis que “todo el orden del existir humano actual está estrictamente determinado por la importancia y peso de la guerra y el poder militar”.
En primer lugar debemos tener en cuenta que la diplomacia y las buenas relaciones político-económicas y comerciales llegan hasta cierto punto, esto por supuesto debido a que ningún estado quiere tener grandes pérdidas de sus recursos para no caer en la ruina, puesto que la ruina estatal podría causar grandes hambrunas y muertes por enfermedad y falta de medicamentos hasta causar lo que se suele llamar urgencias humanitarias.
Sin embargo, es claro que el orden político-económico mundial y la dinámica del comercio internacional está determinada por las grandes potencias que imponen y promueven su moneda al contexto internacional para pleno control de la política comercial mundial. Así pues, los llamados (T.L.C) se pactan entre grandes potencias y países pobres, subdesarrollados y en desventaja debido a que los países en subdesarrollo se encuentran sometidos por los poderosos a través de los programas de préstamos y apoyo financiero internacional como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de desarrollo.
No contentos con tal sometimiento y explotación los países poderosos establecen pactos y alianzas jurídicas y económicas internacionales con las cuales determinan el papel de cada grupo de países en la economía internacional que se divide en grandes bloques económicos como el (A.L.C.A.) área de libre comercio de las Américas, el (UNASUR) y La Unión Europea. Es desde tales alianzas desde donde se determina quiénes aportan solo materias primas a la economía internacional y quiénes aportan servicios y asesorías científicas y tecnológicas que marcan la pauta del mercado de la energía del que se sostiene nuestra actual infraestructura planetaria.
De tal manera que, países desarrollados que quieren invertir y re-direccionar su producción hacia una economía de primera, si no están autorizados por las grandes potencias y los grandes pactos internacionales, están condenados a seguir una economía subdesarrollada lo cual determina la inversión del (P.I.B) y la calidad de la educación y la vida de sus habitantes.
Pero ¿qué pasa si hay países que no se someten a la lógica internacional de los poderosos? Pues simplemente se les señala de ilegalidad con alguna otra estrategia por lo general de carácter bélico, para empobrecerles más y sumirles en el subdesarrollo.
De esta manera es bastante claro, que en última instancia lo que verdaderamente puede mantener a la población mundial bajo control es el poder violento de las armas, pues las grandes potencias del mundo no son líderes tan solo por su ingenio y astucia, sino por su cuantiosa inversión en armamento, poder y tecnología militar, aquello que les convierte en una amenaza indesafiable en el mundo entero, allí radica su real poder y el sometimiento y alianza obediente de todas las demás naciones.
Eso demuestra que la especie humana si bien ha logrado grandes avances tecnológicos para su calidad de vida, lo cierto es que aún prima la lógica bárbara y animal de la selección natural ya no sólo desde lo individual sino hasta en lo colectivo. Eso nos indica que toda civilización y sofisticación sociocultural y político-económica responde en el fondo a la amenaza de la violencia y el poder armado de los más fuertes sobre los débiles, y vale entonces el viejo refrán: “si quieres la paz prepárate para la guerra”.
Ahora bien, desde esta perspectiva no cabe duda de la importancia del elemento militar en toda sociedad desarrollada siempre y cuando se mantenga bajo control y teniendo en cuenta por supuesto, que su labor fundamental es el cuidado y preservación de la paz, la justicia y el orden social constitucionalmente acordado, ya que es el poder militar quien debe garantizar la soberanía y cabal funcionamiento del “aparato estatal” y su orden político-económico. ¿Que no es importante la guerra? Pues parece desde esta perspectiva que en últimas es lo único importante para la construcción real de sociedad.
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