Su Ser... (Por Fernán Tamayo)
Su mirada profunda de los castaños ojos, juega graciosa con el color de sus cabellos, es una fuerza increíble, invade las entrañas de su enamorado, haciéndole sentir el placer de la compañía tierna que extingue la frustrante soledad indeseada por todo ser humano.
Cada palabra, cada sonrisa, manifestación del bienestar maravilloso del existir conjunto que complementándose en carnalidad y amistosa compañía, se desarrollan y envejecen viendo el ocaso paulatino del ser que les rodea y determina como lo que son, “existencia viva”…
Siendo la plena compañía más valiosa que la carne, la charla amena más que el orgasmo salvaje, deja ver la caducidad de la carne y la sublimidad inmortal del amor y la amistad; la superioridad del espíritu que bien sabe hacer uso de la carne para sus sublimes fines, que a veces no ve bien por estar inmerso en ella y condicionado por la naturaleza de su percepción.
“Qué difícil le es al ser humano no dejarse llevar de la carne”, qué difícil es valorar más el espíritu …
Por eso ya no se toleran las parejas, por eso no son todos los que juntos llegan a viejos… es difícil tolerar personas cegadas por la carne que condiciona su entera percepción; es difícil negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a un maestro espiritual en una vida espiritual cuando chocamos carne con carne, prejuicios con prejuicios, e intereses con intereses.
Pero ¿a qué estamos llamados?...
Siendo seres espirituales, con esas sublimes capacidades mentales y afectivas, las que deben configurarnos como identidad de la especie, somos pues creación pura del Fundamento y Sentido del Ser.
Por eso, su ser me motiva a crecer, a superar paulatinamente la animalidad que hay en mí, aunque sin renunciar al goce amable de su compañía que refuerza desde lo aparente de este mundo condicionante un vínculo espiritual indiscutible.
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