La Tradición y su Resistencia, Oscurantismo Actual

El auditorio del instituto estaba lleno, todos esperábamos con algo de impaciencia conocer los aportes y las opiniones del doctor John Monroe, distinguido genetista del departamento de ciencias biológicas de la universidad de Nueva York; quien ya se encontraba sentado en el auditorio, aún enérgico con más de setenta años pero indispensable en la coordinación de su departamento por su amplia experiencia y reconocida trayectoria científica. Por lo que pude notar desde lejos leía la página editorial de un periódico uruguayo de cuyo nombre no quiero acordarme, sus lentes lucían impecables en una montura que parecía de oro. No nos tocó esperar mucho, el padre William Smith llegó con prisa, saludó cortésmente al doctor Monroe y al profesor José Gutiérrez que era el moderador de la conversación, sentándose de tal manera que el profesor quedó entre los dos. El padre Smith era un reconocido jesuita, teólogo y doctor en filosofía, quien en dicho encuentro representaría oficialmente a la iglesia católica; el padre era el director del departamento de bioética de la universidad de Georgetown, reconocido por sus libros y por sus frecuentes apariciones en televisión por lo general dando sus opiniones sobre temas de su especialidad; recientemente había protagonizado una severa discusión con el obispo anglicano John Shelby Spong y con el jesuita John Sobrino sobre los elementos fantásticos que en el evangelio manchaban la persona de Jesucristo tergiversando su significado real en cuanto lo social. Así pues, luego de los formalismos y las presentaciones innecesarias dada la importancia de los personajes, el profesor Gutiérrez lanzó la primera pregunta a modo introductorio para dar inicio a la conversación: -“Muy bien distinguidos invitados, para comenzar permítanle al auditorio conocer su opinión personal acerca de la clonación”. La palabra le fue otorgada primero al doctor Monroe quien hablaba perfecto español: -“yo creo que la clonación es el futuro, ¿por qué? Pues porque si observamos la historia de la humanidad es claro que el avance tecnocientífico, el mejoramiento de la calidad de vida y el estudio bioquímico de la salud ha logrado prolongar considerablemente la vida de los seres humanos y la clonación promete hacer una contribución importante a esa prolongación de la vida del individuo”. Luego, ante la expectativa del público el cura Smith tomó la palabra, su acento era muy marcado aunque se hacía entender muy bien: -“La clonación es un avance admirable del ser humano, un avance necesario para la cura de todas las enfermedades, sin embargo, creo que por el consumismo y por los grandes capitales que se mueven en secreto por el bajo mundo del mercado negro, por llamarlo de alguna manera, la clonación puede llegar a ser algo muy peligroso en las manos equivocadas”. Gutiérrez tomó la palabra y lanzó la pregunta: -Desde sus conocimientos como expertos en el tema ¿cuáles creen que son los aspectos y contribuciones positivas y negativas que se podrían dar en la sociedad desde el hecho de la clonación? Monroe respondió: -“Personalmente considero que las contribuciones de la clonación son muy positivas, pues en lo que ya estamos trabajando es en la clonación de órganos, órganos personalizados, porque se desarrolla el proceso a partir de la muestra genética completa del sujeto que necesita dicho órgano, trátese de un riñón, un hígado, un pulmón o un corazón, de igual manera ya hemos clonado arterias y válvulas cardíacas de corazones humanos y de corazones de vaca; ya casi somos capaces de manejar correctamente todo el proceso pero hay un problema, y ese problema consiste en que los órganos tienen que ser creados bajo demanda y a veces cuando el pedido se hace no contamos con el tiempo suficiente para que un proceso metabólico artificial propicie el desarrollo entero del órgano dentro del plazo de tiempo esperado, ya que hasta el momento una vez logrado un órgano listo, no contamos con la tecnología suficiente para mantenerlo óptimo y con vida con más de tres o cuatro días; sin embargo y a pesar de todo, ya tenemos dos pacientes de trasplante, uno con un riñón y otro con un hígado totalmente creados en nuestros laboratorios. -¿Están muy lejos de lograr prolongar la vida útil de los órganos clonados por más tiempo? – preguntó Gutiérrez. -“No tanto, pero estamos más lejos de lo que yo quisiera” – respondió Monroe. -¿No tienen más alternativa? – insistió Gutiérrez con una sonrisa. -Sí- continuó Monroe – hay una manera efectiva y segura de clonarlos, pero es polémica y tiene detractores y enemigos en el ámbito jurídico conservador y religioso- -“Por favor doctor explíquenos en qué consiste”- insistió de nuevo Gutiérrez. -Bien – dijo Monroe disponiéndose a explicar mientras se quitaba los lentes para ponerlos sobre la mesa – lo que pasa es que si en vez de clonar el corazón o el riñón de la vaca clonamos a la vaca entera, es para nosotros mucho más fácil porque conocemos y manejamos el proceso con el que podemos mantener a la vaca viva en un útero artificial y acelerar su desarrollo también artificialmente por medios químicos hasta poder implantarla en el útero de una vaca adulta para lograr su desarrollo normal, claro, que es un desarrollo más rápido, aunque hay que esperar unos años hasta que la vaca clonada esté adulta y en excelentes condiciones para donar sus órganos; una vez lista contamos con un banco de órganos óptimo y esa idea es la que no le gusta a los enemigos del avance de la clonación, porque ellos dicen que se desecharían vidas sin respetar sus derechos y dignidad con tal de lograr uno o más órganos en caso de que no sea con una vaca sino con un ser humano. -“Excelente explicación doctor Monroe, escuchemos ahora al padre Smith” – dijo Gutiérrez haciendo ademanes con las manos de conceder la palabra al cura. -“Muy bien, - dijo el cura con su acento gringo – el doctor ya lo ha explicado muy bien, desde nuestras consideraciones bioéticas y cristianas tenemos clara la validez y bondad de la clonación de órganos como un proceso en el que se propicia el desarrollo de materia orgánica y no de vida consciente e íntegra como sí se da en el caso de un embrión, que aunque no es vida consciente si es vida humana íntegra, lo que nos lleva a seguir concibiendo el aborto como un asesinato; creemos que es bueno que la clonación de órganos se desarrolle bajo demanda de pacientes necesitados y que ese proceso debe ser desarrollado con mucho cuidado para no fracasar, pero nunca podremos estar de acuerdo en que a un ser humano o a un animal con una vida íntegra de individuo de una especie se le considere como un simple banco de órganos, es que el simple hecho de llamarle a un individuo de cualquier especie banco de órganos es ya indigno y atenta contra los derechos humanos y de los animales. -“O sea, algo así como que si al individuo le extraen los órganos necesarios es claro que va a morir, porque siendo él mismo un banco de órganos, su vida no valdría nada una vez le hubiesen extraído los órganos” – dijo Gutiérrez esperando una respuesta. -“Es por eso que no nos hemos aventurado tanto en esa alternativa, pues no podemos atentar contra los derechos de los humanos ni de los animales, esperamos por supuesto lograrlo con la clonación de órganos, pues sin duda sería un método digno, respetuoso y más humano”. -Muy bien padre William, con respecto más concretamente al aspecto religioso y teológico con relación al ser espiritual del hombre ¿cuál es la posición de la iglesia? – preguntó Gutiérrez. -Nosotros como creyentes creemos con firmeza que el ser humano es un ser espiritual que yace en este mundo material para progreso moral e intelectual y para vivenciar el amor y la misericordia creciente en nuestro espíritu por la presencia en él del espíritu de dios mismo, desde esta concepción yo creo que la clonación es producto del avance humano, pero también creo que el hecho de la clonación bien puede estar ya traficando vidas humanas. Órganos y más en el mundo clandestino de lo que llaman el mercado negro con toda su ilegalidad. Creemos también que el hombre no debe jugar a ser dios creando copias de seres humanos sin espíritu porque ello podría ser una abominación. -¿Qué opina el doctor Monroe de lo que manifiesta el padre Smith? – preguntó Gutiérrez con malicia. -“Estoy totalmente de acuerdo con el padre en todo, excepto en una cosa, lo del espíritu, pues yo no tengo creencias espiritualistas y creo que así como hemos podido clonar animales podríamos clonar seres humanos normales sin ningún problema, lo que a las autoridades religiosas no les gustaría, porque es obvio que su concepción espiritualista del ser humano dejaría de ser válida y perderían toda credibilidad y autoridad como institución social que a lo largo de la historia de la humanidad ha estado predicando y enseñando mentiras. - dijo Monroe. Ante las palabras de Monroe gran parte del auditorio se levantó en protesta, pues aquello era un centro universitario católico propiedad de los jesuitas y muchos de sus asistentes eran curas, monjas y seminaristas además de católicos laicos que estudiaban en el centro. El cura Smith por su parte llamó al público a la calma diciendo que la fe era una decisión adulta, libre y personal y que el doctor Monroe estaba en el derecho de todo ciudadano a manifestarse creyente o no. Luego el cura le preguntó a Monroe ante la gente exaltada en el auditorio: -¿Por qué lo dice doctor, acaso ustedes ya han clonado seres humanos en toda su integridad? A lo que Monroe se puso de pie tomando sus cosas y llamando a sus escoltas y a los policías presentes: - “No reverendo Smith, pero si hemos clonado con éxito órganos humanos y de animales y vacas enteras es porque sabemos bien cómo hacerlo y conocemos plenamente el proceso bio-electro-químico de la vida de los mamíferos vertebrados y con todo eso, cuando clonemos seres humanos lo haremos con éxito, no fallaremos, y los espíritus de los que ustedes hablan no tendrán más lugar en este mundo, porque así como ustedes dicen no es como funciona la existencia. Dicho ésto salió del centro escoltado hasta por los policías mientras que en el público se escuchaban en voz alta discusiones filosófico-científicas sin fin y la conciencia colectiva se sumía en un mar de dudas ante la cara un tanto avergonzada del cura Smith.

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